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Para mis lectores

Los libros son la llave de la sabiduría pues nos invitan al análisis de nuestras vidas mediante el escrutinio de las vivencias ajenas, la sed de conocimiento nos invade y la lectura nos sacia con su ingenio... Las historias siempre han existido, solo debemos abrir las ventanas de nuestra alma y dejar entrar la luz de su experiencia con la cual se ilumina nuestro camino hacia el conocimiento...

CUENTO DE ESPIRITUS ELEMENTALES

El escritor y la vela
Sobre una pequeña mesa trípode se inclinaba Gerónimo sobre el papel con su pluma, esgrimiendo con arte la misma como si se tratase de una filosa espada, la luz de una vela le acompañaba dando lumbre a su alocada mente plagada de fantasías amorfas similares a las figuras de las sombras que por doquier se dibujan en la habitación…, la luz jugaba impetuosa bailando algún ritmo extraño, como poseída por dopadas salamandras crecía su lumbre y a veces parecía que extenuada con tanto vaivén se agotaba… La pluma fuente requería tinta y en el proceso de recargarla se habían derramado varias gotas negras sobre la mesa manchando la manga izquierda de la camisa del escritor avezado.
El hombre escribía una historia sobre Salamandras que jugaban con las Sílfides en medio del alboroto de un incendio en un bosque, en su cuento ambos espíritus elementales se unían para quemarlo todo para que una vez consumido lo viejo brotaran nueva hierva y así rehacer el siclo natural de la vida dando espacio a nuevas especies.
Gerónimo se restregó los ojos pues la vista yacía turbia, nublada por el esfuerzo en el arte de la escritura, letra tras letra, palabra tras palabra se transformaban las páginas en un mar de frases y párrafos transfiriendo vida al papel, colmándolo con ciudades de prosa y rima… El escritor fijó su mirada en la alocada llama de la vela y de esta saltó una chispa que cayó encima del papel donde escribía, la chispa generó una minúscula llama que para sorpresa del hombre no quemó el papel si no que bailaba en forma tan alocada como aquella que iluminaba tenuemente la habitación sobre la candela de la mesa trípode…
- ¡No tengo tiempo para bobadas! - exclamó Gerónimo golpeando el fuego que bailaba sobre su escrito y la pequeña llama se extinguió profiriendo un diminuto estallido.
El escritor se había distraído, su mente ahora se encontraba errante en uno de esos lapsus en lo que entra la mente de todo escritor cuando no se le ocurre como seguir un relato… Estudió con la vista su entorno como buscando respuestas a su alrededor, advirtió que las sombras de sus pocos muebles se extendían enormes por las paredes y por el techo como si fueran cientos de espíritus gigantes dentro de una tumba dispuestos a hacerse con él. Las paredes y el cielo raso se habían vuelto color ámbar por el efecto de la danzante luz de la vela y la pequeña estancia cayó en un silencio de ultratumba como el preludio del final fatídico de un cuento macabro…
- ¡Qué horror! - dijo Gerónimo y una bandada de aullidos salió del anaquel de libros que se erguía a su izquierda, la ventana azotó contra su propio marco pues el viento había aflojado la aldaba que la mantenía fija haciéndola abrirse de par en par y una inesperada ventisca  irrumpió en la habitación tirándolo todo, los papeles en blanco en los cuales pronto se plasmarían palabras volaron por doquier, las hojas de un árbol frutal se metieron en la habitación golpeando el rostro del escritor, Gerónimo se levantó con rapidez a cerrar la ventana y en su faena regó el tintero sobre lo que había escrito… la vela se apagó dejando un hilo de humo en el aire, la ventisca cesó dejando tras de sí un desorden dentro del lugar y luego como un susurro en la habitación se escuchó una voz que dijo:
¡No escribirás sobre salamandras, sílfides ni demás espíritus elementales, no lo harás Gerónimo pues no quisiste jugar con nosotras y ya no nos interesa pactar contigo!
La habitación quedó sumida en tinieblas, Gerónimo buscó alguna cerilla para encender de nuevo la vela pero en medio de aquel caos no halló ni los fósforos ni la candela, así que tomó una cobija que estaba sobre la cama y se la echó encima, esa noche no hubo poesía ni cuento ni nada, solo Gerónimo asustado intentando conciliar el sueño mientras se convertía en parte de una especie de pintura de tonos grises plagada de penumbras…

5 comentarios:

Anónimo dijo...

parece el estilo de edgar allan poe, se salió de su estilo pero le quedó muy bien, me gusta

jose dijo...

Muy bueno este prof, espero poder seguir leyendo otros asi

Jorge Bravo dijo...

me complace que les guste este estilo, si en efecto es diferente, un poco oscuro se le podría decir, es una faceta que exploré en mi nuevo libro Sueños e Historias Perdidas, esto tan solo es un vistazo, esperemos que lo lean bastantes personas y me den ideas!

Anónimo dijo...

señor Jorge Bravo, podría usted explicarme qué son los espíritus elementales? o dónde consigo información al respecto.

Jorge Bravo dijo...

Los conocedores de esa área esotérica piensan que son una serie de seres supraterrenales los cuales tienen a cargo distintos elementos, por ejemplo: el agua las náyades y ondinas, las salamandras el fuego, las sílfides del aire; los elfos, duendes, gnomos y trolls la tierra. Puede investigar más al respecto en escribiendo en google "espíritus elementales" o demonografía. Gracias por su comentario.